Uribe Condenado: La Derecha se Atrinchera y Pone a Prueba su Coalición para 2026
El fallo judicial contra el líder del Centro Democrático
no solo agita el panorama electoral, sino que redefine las alianzas,
intensifica la polarización y pone a prueba la viabilidad de un frente unificado
anti-petrista.
La condena de primera instancia contra el expresidente
Álvaro Uribe Vélez por manipulación de testigos y fraude procesal es un
terremoto político cuyo epicentro sacude directamente a la derecha colombiana,
pero cuyas ondas expansivas alteran todo el terreno de juego de cara a las
elecciones de 2026. Lejos de provocar un desbande, el fallo ha desatado un
cierre de filas estratégico en el núcleo duro del uribismo y sus aliados,
generando una narrativa de persecución que, si bien consolida a sus bases, pone
en máxima tensión la construcción de una anhelada "gran coalición" de
oposición.
Mientras el expresidente guarda un calculado silencio, su
esquina política ha respondido con un ataque coordinado y frontal contra la
legitimidad de la justicia. Figuras clave como las senadoras y precandidatas
María Fernanda Cabal y Paloma Valencia, junto a la también aspirante Vicky
Dávila, no han dudado en calificar la decisión como una
"instrumentalización de la justicia", un "ataque" y una
"venganza criminal". Este discurso, que abraza abiertamente la tesis
del lawfare (guerra jurídica) y la adereza con teorías de
conspiración, busca un objetivo claro: deslegitimar el veredicto para convertir
una derrota judicial en un potente motor de cohesión política.
El desafío de esta estrategia es evidente. La radicalización
del discurso anti-institucional choca directamente con la bandera de la
"defensa de las instituciones" que gran parte de la centro-derecha ha
usado como principal argumento de oposición al gobierno de Gustavo Petro. A
simple vista, los puentes hacia una alianza amplia parecen quemarse.
Sin embargo, las primeras reacciones de los potenciales
socios muestran que el pragmatismo podría imponerse. El objetivo final de
conformar un bloque anti-petrista parece ser un pegamento más fuerte que el
desacuerdo coyuntural. El silencio estratégico de figuras como Juan Manuel
Galán y Germán Vargas Lleras, sumado a las declaraciones equilibradas de
Enrique Peñalosa —quien, si bien respeta el fallo, lo contrasta inmediatamente
con los escándalos del gobierno—, sugiere una voluntad de no cerrar puertas. Se
dibuja una línea donde la crítica a Uribe es matizada para preservar la
viabilidad de una futura negociación. Solo voces como la de Claudia López, con
una condena sin ambages, marcan una ruptura definitiva, quedando fuera de la
ecuación de esta posible alianza.
Este escenario se ve trágicamente complejizado por el
reciente atentado que mantiene en estado de gravedad al senador y precandidato
Miguel Uribe. Este hecho no solo saca de la carrera a una de las figuras de
derecha mejor posicionadas en las encuestas, sino que alimenta la narrativa de
"eliminación sistemática" de la oposición, entrelazando la violencia
física con la supuesta persecución judicial en un relato de victimización de
alto impacto emocional.
El gran ganador de esta nueva coyuntura es la polarización.
Como señalan analistas, el fallo judicial y su manejo mediático reducen el
espacio para la moderación y acorralan al centro político, que necesita un ambiente
de tranquilidad para prosperar. El país se ve empujado hacia una contienda
entre dos extremos que se retroalimentan.
Paradójicamente, dentro del Centro Democrático, la condena
no parece ser leída como un signo de debilidad. Declaraciones como las del
senador Andrés Guerra —"Que se caiga lo que esté flojo"— revelan una
postura desafiante. Sugieren que, en este clima de confrontación, se sienten un
actor indispensable para cualquier coalición que aspire a derrotar al petrismo,
invirtiendo la carga de la prueba: no es el uribismo el que necesita al centro,
sino el centro el que necesitará al uribismo y su movilizada base para tener
opciones reales en 2026.
El tablero ha sido violentamente sacudido. La viabilidad de
una gran coalición de derecha dependerá de su capacidad para gestionar estas
tensiones internas. La decisión de segunda instancia contra el expresidente y
la evolución de la salud de Miguel Uribe serán los próximos eventos cruciales a
observar. Por ahora, la derecha se atrinchera, la polarización se profundiza y
el camino a las elecciones presidenciales se vuelve aún más incierto y
confrontacional.
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